Una mordida abierta es un problema dental que se refiere a la falta de superposición de los dientes superiores e inferiores en la parte frontal de la boca. Esto significa que los dientes frontales superiores e inferiores no se tocan cuando el paciente cierra la boca. Aunque los dientes de chupete pueden ser la causa en los niños, no todos los casos comienzan así.
La mordida abierta puede causar problemas de higiene bucal, dolor y enfermedad de las encías, entre otros.
La mordida abierta puede tener diversas causas, pero se pueden destacar dos de las más comunes. En primer lugar, los malos hábitos pueden ser un factor importante en el desarrollo de la mordida abierta, especialmente en niños. El uso prolongado de chupetes o chuparse el dedo pueden causar la condición de dientes de chupete, que puede llevar a una mordida abierta permanente si no se corrige a tiempo.
En segundo lugar, la genética también puede jugar un papel importante en la maloclusión. A veces, incluso si se adoptan buenos hábitos en la infancia, todavía puede haber una mordida abierta debido a la anatomía de la mandíbula, su estructura y su crecimiento.
Una mordida abierta puede tener varios efectos secundarios, como problemas en el habla, baja autoestima, dificultad para masticar y morder, enfermedad de las encías y periodontal, ronquidos y problemas digestivos.
Hay varias opciones de tratamiento disponibles para reparar una mordida abierta. La ortodoncia es una de las opciones de tratamiento más populares, ya que aplica presión estratégica para mover los dientes a la posición adecuada.
Otra opción son las carillas, que son láminas delgadas de cerámica que se colocan en la parte frontal de los dientes para corregir problemas dentales. Sin embargo, las carillas solo son efectivas para casos leves a moderados de mordida abierta. Aunque las carillas ofrecen resultados instantáneos, es posible que sea necesario recurrir a la ortodoncia para corregir una maloclusión más severa.